viernes, 4 de noviembre de 2011

LA EXPERIENCIA DE UNA LUGAREÑA QUE DECIDIÓ PARTICIPAR DEL TURISMO COMUNITARIO

ENTREVISTA A CLARA DOMINGUES DE LAMAS,
COMUNERA ORIGINARIA DIAGUITA DE HORNADITAS (JUJUY)
La decisión de abrirse al turismo. Una voz desde adentro

Cuando se analiza al turismo como fenómeno socio-económico y político, muchas veces se incurre en diferentes consideraciones fundadas en cuestiones valorativas de quien escribe. De este modo, se toma una posición a favor o en contra del desarrollo de la actividad, emprendiendo caracterizaciones que van desde la idealización del fenómeno a su reprobación sistemática. En este sentido, relevar la voz de los propios protagonistas, nos permite conocer qué tienen ellos para decir, cuáles son sus sensaciones y experiencias. Escucharlos, nos permite introducirnos en su cotidianidad, conocer sus valores, sus necesidades, sus carencias.
Desde este marco, en el análisis de la experiencia turística de una comunidad específica, es fundamental que nos apartemos de nuestras estructuras aprehendidas, admitiendo que nuestras ideas, objetivos y necesidades, no son las de ellas (nuestras comunidades). Cabe preguntarnos entonces: cuán legítima se vuelve nuestra opinión acerca del desarrollo de la actividad cuando se contrapone con la voz de los propios protagonistas. Es decir, qué legitimidad disponemos nosotros desde afuera, sin conocer sus valores ni necesidades,
para aconsejarlos acerca de la manera correcta de relacionarse con la actividad. Todos estos interrogantes fueron surgiendo a medida que analizábamos el relato de Clara Domínguez de Lamas. Una voz que nos permite reflexionar acerca del rol del turismo como un complejo instrumento de subsistencia.
Los Lamas son una familia de origen Diaguita, compuesta por Héctor, Clara y sus cuatro hijos: Carolina, Gabriela, Mariana y Fabio. Viven en una pequeña localidad del centro jujeño, llamada Hornaditas, ubicada a 17 km. al norte de la ciudad de Humahuaca, sobre la Ruta Nacional N° 9. En la entrevista realizada, Clara sostiene que decidieron abrirse al turismo en el año 2002, debido a motivos económicos, "…para tener un sustento que nos permita hacer estudiar a nuestros hijos y así mejorar la calidad de vida de la comunidad". Señala que estos primeros vínculos con la actividad los emprendieron totalmente solos, sin ningún tipo de ayuda pública, hasta el año 2009, cuando desde el Estado Nacional se comienza a contribuir con la difusión de este tipo de emprendimientos.
Al consultarla acerca de qué entiende ella por el concepto de turismo comunitario, Clara afirma que es considerar el beneficio personal como el beneficio de la comunidad y al beneficio de la comunidad como el beneficio personal. Es decir, es en comunidad la manera que deciden vivir y desde la que emprenden cada una de sus acciones. Asimismo, aclara que son una minoría los comuneros que deciden abrirse al turismo, que la mayoría aún se mantiene al margen. Sostiene que "todos estamos conformes y contentos con la actividad", que a partir del turismo se mejora la vida comunitaria. Clara destaca entre los beneficios las donaciones para la escuela, el puesto de salud, la biblioteca, la ropa y los juguetes para los niños.
En cuanto a las actividades que les ofrecen a los visitantes, señala: las caminatas guidas a áreas de interés cultural e histórico, como pinturas rupestres, petroglifos y lugares sagrados de los antepasados; observación de sitios de gran belleza natural, como Inca Cueva; recorridos por sectores donde abundan plantas medicinales, usadas tradicionalmente por las comunidades de la zona; actividades cotidianas de campo como agricultura y ganadería; teñido, hilado y tejido artesanal en telar, con lana de llama y oveja; cocina junto a los visitantes de los alimentos típicos de la zona; y hospedaje, "para quien desee pueda pasar una o más noches con nosotros". Al querer sintetizar este conjunto de actividades, ella afirma: "…principalmente difundimos y compartimos nuestras costumbres y nuestra historia milenaria".
Por otro lado, acerca del turista tipo que reciben, sostiene que en promedio son visitantes jóvenes de entre 20 y 40 años y que en su mayoría son extranjeros. Aclara que generalmente son "respetuosos y abiertos", aunque en algunos casos se manifiesta falta de conciencia en el cuidado de la naturaleza.

Finalmente, entre las metas a futuro, indica el desafío de integrar a más miembros de la comunidad en el desarrollo turístico de Hornaditas. Afirma que de esta manera se podrá "…impedir la migración a las grandes ciudades y mantener vivas nuestras costumbres y nuestra cultura milenaria".

Como reflexión final, cabe señalar que el caso relevado forma parte de las experiencias comunitarias que emprenden el desarrollo de la actividad turística como una alternativa, posible y legítima, de auxilio económico. En este sentido, y volviendo a los primeros interrogantes planteados, quiénes otros que ellos mismos para decidir qué hacer con el turismo en su comunidad. No obstante, creemos fundamental el rol del poder público, sea local, provincial o nacional, en su salvaguardia, ante los posibles perjuicios que el turismo puede originarles, y a su vez como garante de la satisfacción de sus necesidades básicas, para que la decisión de participar en la actividad sea una elección y no una condición para su subsistencia.

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